Escultures Transparents
Rafael Marquina
30/03/00. (Sala 193)
Rafael Marquina, una puerta a la imaginación.
Rafael Marquina, el diseñador de la aceitera más práctica y funcional del mundo, nos sorprende ahora mostrándonos otra faceta de su trabajo, aquella que, según el repertorio convencional de las artes, se podría incluir en la denominación de escultura. Con todo, particularmente se me hace difícil tipificar como simples esculturas estos objetos plásticos que no tienen ninguna vocación utilitaria, puesto que las preocupaciones, los planteamientos y las intenciones de Marquina van más allá de la obtención de una belleza agradable a la retina. Estos cubos de 30 x 30 x 30 cm que se abren a una visión frontal, anterior y posterior, con ocasionales aperturas laterales, son piezas construidas con mucha cuidado. El tamaño, la profundidad, las partes opacas y traslúcidas…todo ha sido calculado al milímetro, porque Marquina pretende ir más allá de una visión estática o unidimensional de sus obras, como el espectador descubre bien pronto. Su obsesión es la de conseguir ligar los espacios interiores y los exteriores, la de ayudar a ver aquellos ámbitos que se crean dentro de los cubos. Marquina induce al público a practicar una investigación visual entre ventanas, plafones, aretes, ojales, planos con el objetivo de introducirlo en estos recintos que estan muy cerca de la idea oriental del vacío, de vivirlo y de sentirlo. En realidad son una versión contemporánea de las casas del alma, espacios en los que no se vive una experienica física, sino perceptiva, espacios que desencadenan nuestro imaginario.
Para Marquina estas construcciones son espacios-pasillo, zonas de tráfico que cada espectador puede organizar a su manera, sin ningún tipo de condicionantes. Son arquitecturas de la transparencia, conseguidas a partir de un sutil juego de modulaciones, que podríamos denominar elogios a la luz y a la sombra. Los constructivistas rusos, los neoplasticistas, los cinéticos, los geométricos, los neoconcretos, los minimalistas…todos los saberes de Marquina (su investigación de la forma pura, el conocimiento de los recursos industriales, la arquitectura de los objetos pequeños, la del perfeccionismo técnico, los acabados impecables y los colores metafísicos). Paradójicamente, no comparte ninguno de los objetivos o de los modelos de estas tendencias o corrientes. Y si bien solo coincide con ellas en la idea de orden, el rigor conceptual, la claridad compositiva, la simplificación de las formas y la aprehensión del espacio, lo que lo diferencia es que crea unos espacios que dejan de serlo para transformarse en unos lugares, unos territorios en los que pasan cosas, una “forma pura de la sensibilidad”, en palabras de Kant.
Daniel Giralt-Miracle